sábado, 11 de maio de 2013

La realidad de mi Miguel.

Que puedo decir, solo soy un niño como todos bueno, a pesar de que no tengo amigos abundantes como mis compañeros de clase, sólo tengo la compañía de Isabela, lo raro es que Isabela solo tiene un amigo y soy yo Miguel es algo raro que a una niña tan espléndida solo se relacione con un niño tan simple como yo, al cruzar el tercer año del colegio al tratar de socializar con mis compañeros, de la nada fue transferida a esta pequeña escuela mi única amiga Isabela, fue como si nos conociéramos hace mucho, ese día salimos al recreo juntos compartimos mi lonchera, pero había algo raro en todo el ambiente, era una multitud de miradas que nos atacaban desde todos los ángulos, el día término de maravillas primera vez que en mis 9 años tenía una amiga, al llegar a casa me encontré con una de las típicas peleas entre mi madre Juliana y mi hermana Mariana, aún no comprendo muchas cosas, una de ellas es por que mi hermana quiere ir a esos lugares donde los grandes van a tomar esas gaseosas que saben malucas y tienen un efecto devastador, yo paso desapercibido ya se que al llegar a mi casa debo coger mi caja de dulces e irme a la plaza a venderlos, esto tampoco lo entiendo pero lo hago, prefiero hacerlo antes de que mi padre Javier me haga dormir afuera por no contribuir con plata para dichas gaseosas que les conté antes, yo creo que a todos los niños de mi edad les toca hacer lo mismo, si no les tocará ¿por que me tocaría hacerlo a mí ?, igual no tengo amigos con quien jugar por mi cuadra, así que salí a vender dulces, cuando estaba próximo a llegar a la plaza volví la cabeza para ver si mi padre andaba en esos lugares donde venden esas gaseosas extrañas, pero por suerte no estaba, pero Isabela sí, ella me ayudo a vender la mayor cantidad de dulces posibles además de haber pasado una tarde de maravillas, al llegar a mi casa me encontré con mi padre Javier que estaba peleando con mi madre, como le dije no entiendo muchas cosas de lo que pasa en este extraño mundo, al fin y al cabo esa pelea terminaría como todas, unos cuantos moretones por allí y por allá y al otro día mi padre al dejar de ser noctambulo llegar a mi casa a suplicándole a mi madre de que no dijera nada de su nuevo maquillaje que él le había preparado, los días símiles transcurrieron y las peleas en mi casa no cesaron lo bueno de todo esto fue que Isabela oteaba desde un árbol afuera de mi casa por si las cosas se ponían astrosas ella entraba a mi casa y salíamos hasta que la pelea pasara, como ven la vida de un niño puede ser complicada, una mañana me desperté y me di cuenta de que era tarde para clases, al salir de mi casa mi padre se dio cuenta de lo sucedido y me quería hacer un maquillaje como el de mi madre pero este era pegándome con el ápice de una varilla, por suerte alcancé a salir de mi casa y un señor de contextura crasa detuvo la mano de mi padre y empezó a hablar de forma metafórica, esta fue la última vez que pude ver a mi padre, a mi madre y a mi hermana, por cosas del destino termine en un orfanato contándole esta historia a usted señor psicólogo, ahora que soy mayor y tendré que enfrentarme al mundo como lo he hecho desde los 9 años creo que pocas cosas habrán cambiado en estos 9 años que pase aquí, pienso volver a mi pueblo, quiero volver a ver a Isabela y a mi madre Juliana, al salir de aquel recinto, aborde un bus directo a mi pueblo, al llegar un aire nostálgico se apoderaba de las calles, llegue a mi casa o bueno donde estaba lo que quedaba de ella, ya no tenía vidrios en las ventanas, la puerta estaba carcomida, adentro estaba mi hermana sentada en el suelo con su cara envuelta en sollozos, la razón de sus lágrimas cristalinas en su piel de tez blanca era la muerde de mi madre, por culpa de mi padre Javier al haberla maltratado por un mal entendido hasta causarle la muerte, fue una polémica en todo el pueblo, tal fue la controversia que los vecinos hicieron protesta y por eso dañaron mi casa, mi padre lo tenían en una prisión hace ya 2 semanas mi hermana desde entonces había estado sola en casa llorando, por el lado de Isabela me encontré con la triste realidad de que había fallecido por una terrible enfermedad que heredo de su madre, y así concluyo un capítulo de mi vida con la esperanza de empezar de nuevo con mi hermana en la gran ciudad, alejándonos de todo lo que nos agobiaba de aquel pasado oscuro.